Juan Baigorri Velar
Recuerdos de otra época.
Hacía
tres años que no llovía en la provincia de Santiago del Estero cuando
el 24 de diciembre de 1938 se desató una diluvio como nunca se había
visto en medio siglo. según informaron los diarios de la época, no fue
un fenómeno natural, sino que el chaparrón lo había producido Juan
Baigorri Velar, un ingeniero que aseguró haber inventado un aparato que
provocaba precipitaciones.
Baigorri Velar, hijo de un coronel del ejército, se había graduado en geofísica en la Universidad de Milán y había trabajado como técnico en petróleo en México, Bolivia, Paraguay, Uruguay, Chile y Brasil, entre otros tantos países. mientras realizaba pruebas de estudio del subsuelo en Colonia, Uruguay, el ingeniero descubrió que al activar uno de sus aparatos con ondas electromagnéticas, se producía lluvia cuando nada indicaba la posibilidad del fenómeno.el aparato que medía el potencial eléctrico y las condiciones electromagnéticas de la tierra.
Baigorri Velar, hijo de un coronel del ejército, se había graduado en geofísica en la Universidad de Milán y había trabajado como técnico en petróleo en México, Bolivia, Paraguay, Uruguay, Chile y Brasil, entre otros tantos países. mientras realizaba pruebas de estudio del subsuelo en Colonia, Uruguay, el ingeniero descubrió que al activar uno de sus aparatos con ondas electromagnéticas, se producía lluvia cuando nada indicaba la posibilidad del fenómeno.el aparato que medía el potencial eléctrico y las condiciones electromagnéticas de la tierra.
Esto
sería el principio de lo que hoy es casi una leyenda. Se trataba de una
caja cúbica del tamaño de un aparato de TV actual (de los medianos) y
con dos antenas que sobresalían misteriosamente.
De regreso a buenos aires continuó con sus experimentos. En octubre de 1938 tomó contacto con el Ferrocarril Central Argentino, cuyo gerente, Mr. Mac Rae, le facilitó el vagón de uno de sus trenes, designó un ingeniero de la empresa, Hugo Miatello, para que supervisara los trabajos y lo envió a Santiago del Estero donde la sequía asolaba los cultivos.
Realizaron las primeras pruebas en la estación Pinto de esa provincia y,según Miatello, en cuanto Baigorri conectó su aparato el viento norte cambió de dirección soplando hacia el Este.
Retornaron a Buenos Aires y Baigorri se comprometió a construir un aparato de mayor potencia. En diciembre de ese año estaba listo para volver a intentarlo. El 22 de ese mes llegó a la provincia, conectó el aparato, y dos días después la ciudad de Santiago recibió en dos horas 60 milímetros de lluvia.
Pese a la evidencia, el titular de la Dirección de Meteorología, Alfredo Galmarini, declaró en los diarios que su oficina había pronosticado esa precipitación y que lo de Baigorri eran patrañas. Sin embargo, técnicos británicos y norteamericanos intentaron contactarlo para comprarle la "máquina de hacer llover", pero Baigorri respondió que no vendería su fórmula por ninguna cifra, porque el invento estaba destinado a beneficiar a la Argentina.
"Como respuesta a las censuras a mi procedimiento, regalo una lluvia a Buenos Aires, para el 3 de enero de 1939", declaró Baigorri al diario "Crítica" que siguió de cerca el procedimiento. tres días un gran titular anunció "Hoy empezó Baigorri a preparar la lluvia que caerá del 2 al 3". Y en la madrugada del 2 de enero, la lluvia comenzó a caer, primero en forma tenue y después como un gran chaparrón acompañado de vientos huracanados.
Baigorri repitió el experimento en Carhué, donde el lago Epecuén estaba seco, y entre el 7 y 8 de febrero se produjeron dos lluvias que desbordaron la laguna. Pese a las ofertas del extranjero, siempre rechazadas, ninguna autoridad nacional contactó al ingeniero. Hasta que a fines de 1951, Raúl Mendé, ministro de Asuntos Técnicos, lo designó asesor de su cartera y lo envió a Caucete, San Juan, donde hacía ocho años que no llovía. Baigorri conectó su aparato y se produjeron tres precipitaciones.
Lo mandaron a Córdoba, afectada por la sequía, y cayeron lluvias, algunas que superaron los 81 milímetros. Lo mismo sucedió en La Pampa.
Cuando regresó, Baigorri le envió una nota al ministro recordándole que su trabajo había sido ad honorem y preguntando si su invento interesaba al gobierno. La respuesta le indicó que para considerarlo, debía remitir un informe sobre las bases técnicas y científicas de su descubrimiento.
Baigorri nunca reveló su secreto y desapareció de la escena pública. Murió en Buenos Aires, en 1972, sin que se conociera el mecanismo de su "máquina de hacer llover". cuando lo velaban ese dia llovio
Sobre su muerte en 1972
Hace
setenta años un ingeniero argentino descubrió que con una máquina podía
provocar lluvias. Fue idolatrado por las masas, vapuleado por los
científicos y finalmente olvidado. Se llevó el secreto a la tumba y
nunca más se supo de aquel aparato capaz de llevar el agua a las tierras
más secas del país. El hombre se llamó Juan Baigorri Velar. Aún se lo
recuerda como “el Mago de la Lluvia”.
Baigorri se consagró cuando cumplió su promesa e hizo llover sobre Buenos Aires. “El Mago de Villa Luro” –como lo apodaba la prensa de la época– desafió a los científicos del Servicio Meteorológico que se burlaban de su invento y envió una nota a los diarios Crítica y Noticias Gráficas anunciando que el 2 de enero de 1939 haría llover en la Capital. Ese día diluvió sobre la ciudad; miles de personas vivaron al ingeniero.
Baigorri también hizo llover en Santiago del Estero, San Juan, Córdoba, La Pampa y Carhué. A fines de 1952 envió una nota al gobierno peronista. Quería saber si su “descubrimiento sobre lluvia artificial interesa o no al gobierno”. Le pidieron que realizara “un informe detallado de las bases técnico-científicas” de su invento. Baigorri se negó. También dijo “no” cuando empresarios norteamericanos quisieron comprarle su máquina. El Mago de la Lluvia murió a los 81 años, solo y pobre, el 17 de junio de 1972. Fue en el Día Mundial de la Meteorología y cuando enterraron su cuerpo en la Chacarita, llovió.
T y C
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