Curiosidades de Córdoba.
"El Gurú": Mario Navarro y su pasión por el clima
En Salsipuedes, su observatorio meteorológico cumplió 25 años. A los 13 años, ya sabía que su vida iba a estar vinculada a mirar el cielo.
La “bola de cristal”, en realidad, es un heliopanógrafo. Mide la cantidad de horas de luz solar durante el día. Es útil para el productor agropecuario
A los 13 años, no hacía otra cosa que mirar el cielo y las nubes. A esa edad ya sabía que su vida estaría relacionada con la observación de los fenómenos meteorológicos .
A los 15, creó la primera estación meteorológica en una escuela técnica, el Ipet 24 (hoy Ipem 70), en barrio General Bustos, en el norte de la ciudad de Córdoba.
Hoy, a los 44 años, Mario Navarro, uno de los observadores meteorológicos de referencia en Córdoba y el país, exhibe con orgullo su observatorio meteorológico en Salsipuedes, que en marzo cumplió 25 años.
Ubicada en uno de los puntos más altos de la localidad del Gran Córdoba, en las Sierras Chicas, 35 kilómetros al norte de la Capital, la estación climatológica de Navarro no descansa ni un minuto.
El día de Mario arranca a las 6.15, en una oficina, buscando información meteorológica en la computadora.
A esa hora, con sólo marcar el 104, los habitantes de Salsipuedes ya tienen información disponible para saber cómo salir vestidos a la calle. Eso gracias a que Navarro creó el primer reporte telefónico gratuito del clima, servicio brindado a través de la cooperativa de la localidad.
La rutina continúa recolectando información en los distintos instrumentos que tiene en el patio de su casa, que culmina con la auscultación del cielo desde una torre, que sirve también para registrar información de los vientos.
Tres atributos. Vocación, capacitación y experiencia son los atributos que Mario Navarro dice tener para hacer pronósticos del clima.
Recuerda que se inspiró viendo a Carlos Eschoyez y sus mapas en la televisión. “A mí apasiona el campo. Soy de Córdoba capital, pero mis padres han sido de El Quebrachal. Yo veía a Eschoyez en Canal Doce y ahí se me despertó la curiosidad por ver mapas”, relata.
“A los 15 años, hacía monografías del clima. Y después, antes de egresar, instalé la primera estación meteorológica en una escuela técnica. Tenía termómetros de mínima y máxima y psicrómetros para la humedad relativa, con sus tablas respectivas. Los chicos medían cada tres y seis horas, desde la mañana hasta las 11 de la noche. En esta idea me ayudaron los profesores Navarro, Cabral y Patat”, cuenta.
Cuando egresó del secundario, Mario estudió en el Aeropuerto Internacional Córdoba y se convirtió en observador meteorológico, título habilitado por el Servicio Meteorológico Nacional.
“Sé lo que sé y sé mucho más de lo que muchos creen. Eso no es ser orgulloso, uno tiene muchos años de trayectoria de ver el cielo, la atmósfera. Antes de Internet, yo sabía lo que podía pasar con el clima con cinco o 10 horas de anticipación. Eso es algo innato, que se va perfeccionando con el tiempo y la capacitación. Incluso hoy, antes de ver los instrumentos, primero miro el cielo”.
Para Navarro hay tres cosas en el cielo que le sirven para su trabajo: “Veo las aves, los aviones y las nubes. Y en la tierra, los bichitos también te dan información. Algunos de esos elementos eran los que tenían la gente común del campo para hacer un pronóstico”, agrega.
Navarro dice que a partir de esa observación “a los cuatro vientos”, luego busca información en los instrumentos y en los modelos climáticos que entregan los satélites.
“Hago análisis a corto, mediano y largo plazo. La gente que asesoro me pide eso, productores agropecuarios, aseguradoras, intendentes. Me preguntan cómo va a ser un año y yo trato de darles una respuesta lo más ajustada a la realidad posible”, explica.
Pero, esencialmente, Navarro sostiene que tiene la suerte de hacer y vivir de lo que le gusta. “Esta es mi pasión, todo el tiempo estoy pensando en adquirir nuevos equipos para ser cada vez más preciso”.
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