27 de enero de 2021

Fósiles de hojas!


Fósiles de hojas muestran la extinción de plantas en el sur de Argentina




Los fósiles de hojas hallados en la Patagonia, en Argentina, sugieren que la vegetación de América del Sur sufrió grandes pérdidas pero se recuperó rápidamente.




El impacto del asteroide hace 66 millones de años que marcó el comienzo de una extinción masiva y puso fin a los dinosaurios también mató a muchas de las plantas de las que dependían para alimentarse.

"Cada evento de extinción masiva es como un botón de reinicio, y lo que sucede después de ese reinicio depende de qué organismos sobreviven y cómo dan forma a la biosfera", explica Elena Stiles, estudiante de doctorado en la Universidad de Washington que completó esta investigación como parte de su tesis de maestría en la Universidad de Pensilvania. "Toda la biodiversidad que observamos hoy está relacionada con los organismos que superaron el último gran ‘reinicio’ hace 66 millones de años", recuerda.

Stiles y sus colegas examinaron más de 3.500 fósiles de hojas recolectados en dos sitios en la Patagonia para identificar cuántas especies del período geológico conocido como Cretácico sobrevivieron al evento de extinción masiva en el período Paleógeno. Aunque a las familias de plantas de la región les fue bien, los científicos encontraron una sorprendente tasa de extinción a nivel de especie que pudo haber llegado hasta el 92 por ciento en la Patagonia, más alta de lo que los estudios previos habían estimado para la región.

"Existe la idea de que el hemisferio sur salió mejor de la extinción del Cretácico-Paleógeno que el hemisferio norte porque seguimos encontrando grupos de plantas y animales que nadie pensó que sobrevivieran", afirma Peter Wilf, profesor de geociencias en Pensilvania. "Afrontamos este estudio esperando que la Patagonia fuera un refugio, y en cambio encontramos una historia compleja de extinción y rebote", subraya.

Junto con científicos del Museo Paleontológico Egidio Feruglio (MEF) en Chubut, la Universidad Nacional del Comahue-INIBIOMA en Rio Negro, Argentina y la Universidad de Cornell, recolectaron fósiles durante años en lo que ahora es la provincia de Chubut. A diferencia de lo que sucede en América del Norte, el registro fósil de este período está fragmentado en todo el hemisferio sur.

Las reconstrucciones que el equipo obtuvo constituyen la colección más completa de floras fósiles del Cretácico tardío y del Paleógeno temprano en el hemisferio sur.

Los investigadores trataron de unir parejas de plantas que crecieron tanto en el período Cretácico como en el Paleógeno, y encontraron pocas coincidencias a nivel de especie. Luego compararon sus hallazgos con estudios previos de polen e insectos herbívoros y con registros fósiles de América del Norte. Su estudio, que es el primero de su tipo en el hemisferio sur, se ha publicado en la revista ‘Paleobiology’.




El equipo estima una extinción máxima del 92 por ciento. "Nos sorprendió encontrar niveles de extinción tan altos en comparación con la tasa de extinción del 60 por ciento observada en América del Norte. No obstante, encontramos una fuerte caída en la diversidad de familias de plantas y una extinción de alto nivel en cuanto a especies".

La recuperación del ecosistema probablemente duró millones de años, agregó Stiles, una pequeña fracción de los casi 4.500 millones de años de historia de la Tierra.

Los hallazgos de los investigadores, combinados con los de estudios anteriores, sugieren que a pesar de la alta extinción al final del Cretácico, las familias de plantas de América del Sur sobrevivieron en gran medida y se volvieron más diversas durante el Paleógeno. Entre los supervivientes se encuentra la familia de los laureles, que hoy incluye plantas como el laurel y los aguacates, y la familia de las rosas, que incluye frutas como frambuesas y fresas.

"Las plantas a menudo se pasan por alto en estos grandes eventos de la historia geológica", advierte Stiles. "Pero en realidad, debido a que son los principales productores de los paisajes terrestres y sostienen todas las demás formas de vida en la Tierra, deberíamos prestar más atención a su registro fósil. Puede decirnos cómo cambió el paisaje y cómo esos cambios afectaron a diferentes grupos de organismos", concluye.

Vía: dicyt


T y C.

Frente de tormenta en Córdoba

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T y C.

Nubes en las montañas trans-antárticas

 


Raro patrón de nubes sobre montañas Transantárticas


Las nubes tienen el sello de las nubes lenticulares que pueden formarse a lo largo de las crestas de las olas de las montañas. 




El 29 de diciembre de 2020, el Operational Land Imager (OLI) en Landsat 8 adquirió estas imágenes de nubes de bordes suaves que se ciernen sobre la Cordillera Eisenhower de las Montañas Transantárticas de la Antártida.

La cordillera está delimitada al norte por el glaciar Priestley y al sur por el glaciar Reeves, los cuales alimentan la plataforma de hielo Nansen en la bahía Terra Nova.

Las nubes tienen el sello de las nubes lenticulares que pueden formarse a lo largo de las crestas de las olas de las montañas. Las ondas de montaña se forman cuando el viento en rápido movimiento es perturbado por una barrera topográfica, en este caso, la Cordillera de Eisenhower. El aire se ve obligado a fluir hacia arriba y sobre las montañas, provocando ondas de aire ascendentes y descendentes a favor del viento de la cordillera. El aire ascendente se enfría y el vapor de agua se condensa en nubes. Por el contrario, el aire que cae conduce a la evaporación.


Nubes lenticulares

Agregando a su mística, este tipo de nubes parece quedarse quietas, a veces durante horas, desafiando los fuertes vientos horizontales. En realidad, las nubes se forman constantemente alrededor de la cresta de la onda y luego se disipan un poco más allá.

En los Estados Unidos, las nubes lenticulares son particularmente comunes alrededor de las Montañas Rocosas. También se sabe que ocurren sobre las montañas antárticas, pero no hay muchos testigos además de los satélites. El color blanco sobre blanco de las nubes sobre el hielo hace que las versiones antárticas sean más difíciles de discernir, incluso en imágenes de satélite. Esta imagen de color natural se ha mejorado con luz infrarroja para separar las nubes blancas de la nieve blanca y el hielo que se encuentra debajo. Las nubes también arrojaban sombras redondeadas sobre el paisaje.

Aún así, algunas personas han sido testigos de las nubes lenticulares en la Antártida de primera mano. Los científicos que trabajan con la Operación Icebridge de la NASA tomaron fotos del fenómeno cerca del Monte Discovery en 2013 y sobre Penny Ice Cap en 2015.

Imágenes NASA Earth Observatory por Joshua Stevens , utilizando datos de Landsat del Servicio Geológico de EE . UU . Historia de Kathryn Hansen con interpretación de imágenes de Bastiaan Van Diedenhoven (NASA GISS / Columbia) y Jan Lenaerts (CU Boulder).

NASA Earth Observatory

Vía: Tiempo (Revista RAM)

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